Foto de Gyula Halász (Brassai), Amantes en un café, París 1932.
Tres poemas de Daniel Morales
(España, 1994)
I
Allí
Allí estaba yo, cuerdo pero sin cuerda
loco pero sin loca
pez sin pecera
preso sin barrotes
encontrado y ni siquiera perdido
triste como el adiós de los soldados.
Allí estabas tú, Celeste como las nubes
sin el cielo
o el cielo sin las nubes, no lo sé
te miré y no sé mucho sobre nada
ni nada sobre ti
sólo sé cual es mi nombre
y cual es el tuyo
y el de nuestros hijos
nuestro perro
cuál será nuestra casa
nuestros recuerdos
nuestras lápidas
nuestro siempre.
Allí estábamos nosotros, por menos de un duro
añejos y perpetuos
caídos y perplejos
tanto tiempo
tantos años
tanta vida
tanto dos sin ser uno más uno
tanto uno como el otro
sin ni siquiera conocernos.
II
Quererse
Quererse, enamorarse y comprenderse
palparse, estremecerse
follarse en un mar de lágrimas y reproches y aún así
quererse
Completa y absoluta,
frágil, aterradoramente suya
amiga de sus amigos
y mimosa de la casa.
Quererse como la púa a la guitarra
tocarse, encontrarse, aprenderse
perderse en la inmensidad de su orografía imperfecta
y aún así quererse
un sol y otro y otro y otro
con sus 27 horas buenas y sus 14 horas malas
con sus celos y recuerdos
con sus miedos y pisadas
con todo y con eso
es extremadamente bonito verla mirarse
a ratos odiarse, sentirse nada y aún así
quererse.
III
Sólo te quiero los viernes
Lo admito, sólo te quiero los viernes.
El resto de la semana no soporto el ruido que haces al reírte
no soporto cómo hueles al salir de la ducha
ni el aroma que dejas en la cama.
Odio el color de tu pelo cuando le da el sol
y cómo no paras de mirarme sin decir nada,
para que yo incomodado
me pierda en alguno de tus lunares.
No me gusta la pequeña cicatriz que tienes en la barbilla,
ni pensarte.
Detesto que me abraces después de follarnos toda una noche
imberbes e inconexos,
insomnes y proscritos de un amor que está preso de un chasquido químico.
Es una suerte, Lucía, que desde que estás, todos los días sean viernes.
Y eso, mi dulce introducción al caos, es la felicidad.
Daniel Morales
Estudio psicología en la Universidad de La Laguna, de Tenerife. Tengo 23 años y una de mis aficiones es escribir. La letra no cobra, escucha, siente y padece como uno. Que menos que intentar devolverle tanto con tan poco.
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